jueves, 20 de noviembre de 2014




En mi modesta opinión.

Con respeto a la persona

También en un 20 N, qué coincidencia más reveladora. 
           

                Descanse en paz.

     Este deseo habría sido mucho más enfático de haberse llevado con ella todo lo que  representa: La oligarquía más ostentosa, parasita, y chupasangre de nuestra peor historia.
Sus propiedades son el cúmulo de riquezas más voluminoso de Europa que cada año se ve incrementado por las generosas aportaciones de la Comunidad Europea, vía subvenciones al campo, que no a los campesinos, como habría de ser.
Palacios, latifundios, obras de arte y un grotesco acaparamiento de títulos nobiliarios (más de sesenta)… en fin, un patrimonio que bien administrado podía haber sacado de la pobreza a muchísima gente que no posee un trozo de tierra donde trabajar.
Es curioso que cuando la derecha, y también la seudo-izquierda, trata de asustar a los potenciales votantes de Podemos con el fantasma de las expropiaciones, no se les ocurra que las propiedades más ilegitimas de este país no son el pisito que un trabajador autónomo tiene en Cubellas, en la playa de Motril o el la sierra de Guadarrama, si no las que posee el ducado de Alba, ninguna de ellas ganadas con trabajo como requiere la doctrina católica que tanto manosean.
La mayoría de propiedades fueron acumuladas hace años cuando el reparto de la riqueza se hacía espada en mano. En este punto se me viene a la cabeza una frase del catolicismo: “Quien a hierro mata a hierro muere”.  Y yo digo: Amen.
Pero quizás no sea esta clase parásita la única responsable de este despropósito de desigualdad, también lo son los llamados socialistas cuando, sin el menor empacho, la nombran “hija predilecta de Andalucía”, en un innecesario alarde burlón hacia los jornaleros andaluces.

Mientras veo en la televisión cómo la gente más humilde se consterna por la desaparición de un personaje que tan solo les ha distraído con un circo en Semana santa,  el Rocío o la Feria de abril, observo que tampoco los socialistas son los únicos responsables de ese desatino de nombrarla hija predilecta. Pues decenas y decenas de personas, que no tienen donde caerse muertas, aúpan el icono de la Casa de Alba como si tuviesen algo que agradecerle.
Es en esos momento cuando pienso que “cada pueblo tiene lo que se merece”.
Ese sentimiento servil es lo que más repudio de mi gente, (porque los considero mi gente, tanto por que he nacido en Andalucía como por que son trabajadores como lo he sido siempre yo).
¿Cuándo va a llegar la desaparición del “señorito andaluz”? ¿Cuándo, mi gente, se dará cuenta de que los que les restriegan por las narices los mejores atuendos en la Feria de abril, son los que les privan a sus hijos o nietos de labrase un futuro que no dependa del PER?
Me encanta volver a mi tierra de vacaciones pero no soportaría estar inmerso en una sociedad que se doblega folklóricamente sin rebelarse a que su único futuro sea trabajar de camarero o recoger aceituna durante tres meses.
Nada que reprochar a quien se gana el jornal honradamente, faltaría más, pero hemos de darnos cuenta de que en el diseño de Europa (tal vez porque nos ven con el talante propicio) nos han asignado el papel de cenicienta. Lo malo es que en la vida real los príncipes no nos sacarán de la miseria para llevarnos a palacio, sería más efectivo sacarlos a ellos  de los palacios para acabar con los privilegios.


                               EFC

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