En mi modesta opinión
Disciplina
y orden
Hoy, once de septiembre, hemos vuelto a
vivir en Cataluña un día memorable. Uno
de tantos otros con miles de ciudadanos en la calle en perfecto orden y
cumpliendo a rajatabla las directrices de los convocantes. No ha habido
incidentes, los colores de las camisetas estaban donde debían estar para
conformar una interminable señera, las televisiones locales y autonómicas de
Cataluña ha ensalzado el acontecimiento y, en definitiva, una jornada celebrada
al unísono y de orden casi teutónico. Similar a la coincidencia de cabeceras de
periódico tiempo atrás. Todas sin discrepancia ninguna se apuntaron (de buen
grado o por la subvención) al mandato de la Generalitat. Si no al de esta como
institución, sí al de sus integrantes como partido político.
Pues eso es precisamente es lo que me
preocupa, la disciplina. Me da miedo la disciplina, me da terror cuando
recuerdo lo que la disciplina ha aportado a este mundo. La fe ciega hacia los
dirigentes, el entusiasmo que la gente pone cuando le tocan la fibra, la idea
nefasta de que el adversario no puede tener ni un mínimo de razón por el simple
hecho de serlo… todo eso me provoca una
desazón que me inquieta.
¿Cómo, sin esa ceguera política, se puede
obviar que, quien ha sido el alma y artífice del nacionalismo y que ha ostentado
durante más de veinte años presidencia de una comunidad, resulte ser un
corrupto empedernido que ha defraudado millones de euros y ha tejido una red
mafiosa del tamaño que, PRESUNTAMENTE,
ha tejido Jordi Pujol?
Es curioso ver el tratamiento que la
prensa de la comunidad dispensa a este asunto, corrupto en cuanto a dinero y
más corrupto, aún, en cuanto que ha utilizado un sentimiento ciudadano para
amasar millones. Es verdad que se puede considerar dueño de ese sentimiento porque lo ha cultivado en las escuelas, pero eso no le exime de nada.
Adiestrando, para más inri, a la mayoría
de sus vástagos en las artes de la seducción política para robar a manos
llenas.
Estas cosas solo se pueden dar en un
régimen disciplinario, sea este control inducido por las armas o, como en este
caso, por el sometimiento voluntario a la dirección de un dirigente.
Me da terror pensar lo que un político
puede hacer con un pueblo obediente y disciplinado.
Si, no teniendo todo el
poder, porque solo somos una autonomía, hacen lo que hacen, no quiero imaginar
qué régimen podrían instaurar con las manos libres y sin otros tribunales que
los designados por ellos mismos.
La política no es una sardana, todos a
una, para que los ciudadanos se sientan integrados en una sociedad la música
debe ser variada e interpretada al gusto de cada cual. De otra forma se sentirán excluidos mucho miles o, tal vez, millones de ciudadanos que han aportado mucho sudor a Cataluña, y eso es peligroso.
Esto lo escribe una persona que defendía
el idioma catalán en tiempos en que estaba prohibido y por el solo hecho de
estarlo.
Y es que la disciplina por la disciplina me patea el hígado.
Soc
partidari de la Rauja
EFC
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