En mi modesta opinión.
Al grano
¡Bueno!
Ya está. No ha sido nada. Ahora vamos a lo que vamos.
Con
rey nuevo o rey viejo, siguen habiendo millones de parados y gente que, aunque
tiene trabajo, cobra una mierda de salario. Miles de niños no se alimentan como
es debido, y menos ahora, que los colegios cierran sus comedores y no tendrán
la única comida decente que comen al día.
Siguen
habiendo desahucios a diario y los de las SICAB remontan los ingresos como en
tiempos de la bonanza.
No
sigamos el juego al establishment.
Toda esta farsa les va muy bien para distraer la atención de los curritos. Aunque no le quitarán el dolor
de estómago a quien no come, sí, en cambio, distrae a los que deben
solidarizarse con ellos para acabar con los privilegios. Ya sé que suena
pretencioso eso de acabar con los privilegios cuando, hasta el más discreto
empleado, tiene asumido que los que mandan tienen derecho a robarnos.
Pues
no, no tienen derecho. Lo que si tienen son los medios de intoxicación y
tergiversación de la realidad. Ahí tenemos a la cadena de la sotana llevando
bajo palio al gobierno más retrógrado de la democracia. Se pasan lo de estado
aconfesional por el forro. Ni siquiera se dejan influenciar por sus soldados de
campo (léase Cáritas Diocesanas) que continuamente informan del aumento de
pobres en España.
Y es
que los pobres son la materia prima de la iglesia. ¿Alguien se imagina un país
culto, alimentado, con derechos, con sanidad gratuita y con salarios dignos,
donde la iglesia pudiese mangonear como lo hace en España? No lo creo.
La
jugada de la Corona ha sido maestra; los resultados electorales del Parlamento
Europeo (que ya se antojan lejanos, aunque solo han pasado unas semanas)
reflejaron un panorama nada halagüeño para la monarquía, ya que los partidos de
centro derecha que le dan apoyo han quedado en minoría. Era, por tanto, necesario mover ficha y así
lo hizo su Majestad. Con el anuncio de la abdicación, paró en seco el clamor
que despertó Podemos y otros partidos partidarios de la
regeneración política y también social.
Con
ese cambio, la Monarquía dejó la piel en el camino, como la dejan los reptiles
cuando cambian de camisa para salir de ella renovados en su aspecto, que no en
su condición.
La
diferencia con los que reptan es que, esa camisa ya desechada, nos sirve para
hacernos un bolso, mientras que la camisa monárquica nos vaciará la bolsa; nos
va a costar la comida de muchos escolares, porque tendrá una pensión bastante
más digna que la de un minero o maestro de escuela.
Así
que, dejémonos de monsergas, que la República, con los mismos personajes que
ahora están en la política, sería igual de indecente. Hay que regenerar desde
abajo todo lo que huele a deshonesto. Y
embobados con la roja no lo vamos a
conseguir.
EFC.
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