jueves, 13 de marzo de 2014




En mi modesta opinión


Hace unos años, cuando me apasionaban las historias de ciencia-ficción y la barba me provocaba granos, me entusiasmaba pensar que la ciencia, algún día, lograría crear robots que nos facilitasen la vida. Voces tremendistas de las que, cada decenio, auguran el fin del mundo, sentenciaban que, esos robots, llegaría un momento que se volverían incontrolados y serían autónomos, con el consiguiente peligro para los humanos. (Perdón) y humanas.
A estas alturas, cuando tengo que ponerme las gafas para rasurarme sin dejar el barbaje a medio segar, veo que la humanidad ha superado cuanto anunciaban los agoreros.
Sin que nadie cobre Royalty por el invento, a aparecido el temido monstruo que nos controla la vida. No tiene cuerpo, no es de acero inoxidable, no tiene más circuitos que los de los bancos y no hay Dios que lo toque porque es intangible. Si, amigos, hablo de: El Mercado. Sí, digo bien, pero no el de La Boquería ni Santa Catalina, no, el Mercado a lo grande.
Aparte de lo que ese mercado nos afecta a todos, con la prima de riesgo esa, que no la entiende ni su puta madre, voy a referirme a lo que, egoistamente, me afecta como persona que escribe lo que buenamente sabe y con toda la ilusión del mundo: No reclamo para mí ningún trato especial, vaya esto por delante, pero hay personas que nos desvivimos por contar historias, dedicando horas y más horas, sin conseguir que una editorial te diga por ahí te pudras. Y ustedes se preguntarán: Y que coño tiene que ver eso con El mercado. Pues lo digo porque estoy hasta los cojones de ver cómo, La princesa del pueblo o un engendro televisivo con nombre ruso y apellido vasco, publican bazofia y se aseguran unos miles de lectores, con la única virtud de que conectan con El Mercado. Es muy posible que lo que yo escribo sea tan mierda como lo de esta gente, que lo dudo, pero a mi ni siquiera se me da la oportunidad de demostrarlo. Y es ahí donde entran las nefastas garras de El Mercado. A más de una editorial le importa un comino si lo que publica es fumable o si quien lo compre lo dejará a medio leer, para no vomitar. A los editores les interesa la demanda de El Mercado. Si sales en la tele, aunque sea por haber violado a tu abuela, ya tienen asegurada una cantidad de papel vendido.
Es más que posible que esta pataleta mía no llegue al oido de ningún editor, pero no vean ustedes lo a gusto que me quedo cuando, en estas líneas cibernéticas, me cago en los muertos de más de uno.

Firmado: El de las almorranas.

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