En mi modesta opinión
Hace unos años, cuando me
apasionaban las historias de ciencia-ficción y la barba me provocaba granos, me
entusiasmaba pensar que la ciencia, algún día, lograría crear robots que nos
facilitasen la vida. Voces tremendistas de las que, cada decenio, auguran el
fin del mundo, sentenciaban que, esos robots, llegaría un momento que se
volverían incontrolados y serían autónomos, con el consiguiente peligro para
los humanos. (Perdón) y humanas.
A estas alturas, cuando tengo que
ponerme las gafas para rasurarme sin dejar el barbaje a medio segar, veo que la
humanidad ha superado cuanto anunciaban los agoreros.
Sin que nadie cobre Royalty por
el invento, a aparecido el temido monstruo que nos controla la vida. No tiene
cuerpo, no es de acero inoxidable, no tiene más circuitos que los de los bancos
y no hay Dios que lo toque porque es intangible. Si, amigos, hablo de: El Mercado. Sí, digo bien, pero no el de
La Boquería ni Santa Catalina, no, el Mercado
a lo grande.
Aparte de lo que ese mercado nos
afecta a todos, con la prima de riesgo
esa, que no la entiende ni su puta madre, voy a referirme a lo que,
egoistamente, me afecta como persona que escribe lo que buenamente sabe y con
toda la ilusión del mundo: No reclamo para mí ningún trato especial, vaya esto
por delante, pero hay personas que nos desvivimos por contar historias,
dedicando horas y más horas, sin conseguir que una editorial te diga por ahí te pudras. Y ustedes se
preguntarán: Y que coño tiene que ver eso con El mercado. Pues lo digo porque estoy hasta los cojones de ver
cómo, La princesa del pueblo o un
engendro televisivo con nombre ruso y
apellido vasco, publican bazofia y se aseguran unos miles de lectores, con la
única virtud de que conectan con El
Mercado. Es muy posible que lo que yo escribo sea tan mierda como lo de
esta gente, que lo dudo, pero a mi ni siquiera se me da la oportunidad de
demostrarlo. Y es ahí donde entran las nefastas garras de El Mercado. A más de una editorial le importa un comino si lo que
publica es fumable o si quien lo compre lo dejará a medio leer, para no
vomitar. A los editores les interesa la demanda de El Mercado. Si sales en la tele, aunque sea por haber violado a tu
abuela, ya tienen asegurada una cantidad de papel vendido.
Es más que posible que esta
pataleta mía no llegue al oido de ningún editor, pero no vean ustedes lo a
gusto que me quedo cuando, en estas líneas cibernéticas, me cago en los muertos
de más de uno.
Firmado: El de las almorranas.
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